Tuesday, January 13, 2015

5 Síntomas de un sistema inmunológico debilitado



5 Síntomas de un sistema inmunológico debilitado


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El sistema inmunológico es el mecanismo del que dispone nuestro cuerpo para defenderse de los virus, bacterias y muchos tipos de enfermedades. En ocasiones, tiende a debilitarse: una mala alimentación, el estrés, o algún tipo de afección, puede evitar que cumpla sus funciones básicas. Pero ¿Cuáles son las señales de aviso? No te preocupes, te las explicamos.


¿Cómo saber que mi sistema inmunitario está débil?
El sistema inmunológico es nuestra defensa, nuestra  “respuesta inmune”, a determinados agentes externos que pueden entrar en nosotros y hacernos daño. Compuesto por un red de células, tejidos y órganos, son ellos los encargados de trabajar en conjunto para proteger nuestro cuerpo. De seguro que lo sabes, estas células protectoras son los llamados leucocitos o glóbulos blancos, encargados de atacar precisamente esos organismos que nos causan las enfermedades. Estas células se encuentran situadas en el timo, el bazo y la médula ósea. Son los llamados “órganos linfáticos”.
Si por la razón que sea disponemos en un momento dado de un bajo nivel de leucocitos, dejaremos de poder hacer frente a esos elementos externos que nos enferman. Es importante pues estar alerta a un determinado tipo de señales, para que, de inmediato, nuestro médico determine el origen de esa debilidad y podamos hacerle frente, Veamos pues los indicios.
1. Cansancio

Bien es cierto que el cansancio puede tener muchas causas. Pero cuando es continuo, cuando al levantarnos por ejemplo por las mañanas ya nos sentimos agotados, cuando ante pequeños esfuerzos acabamos rendidos, cuando las diferencias de temperatura por ejemplo nos producen bajones, mareos…etc, es ya un síntoma a tener en cuenta.
2. Infecciones frecuentes
Infecciones de orina, de estómago, tener por ejemplo las encías siempre inflamadas y enrojecidas, sufres diarreas a menudo… son ejemplos de que nuestro sistema inmunitario no hace frente como debería a agentes externos que se introducen en nuestro cuerpo. No da la respuesta adecuada y no nos puede defender frente a determinados virus o bacterias.

 3. Resfriados, gripes, dolores de garganta

¿Cuántos resfriados sueles coger? ¿Uno cada mes? ¿Te duele siempre la garganta? ¿Te contagias enseguida con las gripes? Entonces visita a tu médico para que te haga una analítica y compruebe tu nivel de glóbulos blancos. Tal vez tu sistema inmunitario no te esté defendiendo como debería.
4. Alergias
Hay personas que sufren reacciones alérgicas de modo más frecuente que otra. No pueden dar respuesta a determinadas influencias del polen, del polvo, de agentes de su alrededor que impactan en nuestra piel o nuestras mucosas, y que de inmediato, afecta a su salud. Si es tu caso es posible también que tengas el sistema inmunitario débil.
5. Heridas que tardan en cicatrizar

Es posible que cuando te hagas un corte o una simple rozadura, siga ahí sin curarse al cabo de los días. Las heridas no terminan de curarse, sino que se infectan, se inflaman y nos duelen. ¿A qué se debe? Si te ocurre esto ponlo en evidencia con tu médico.
Aprende a fortalecer tu sistema inmunológico


1. Cuida tu dieta
Sabemos que lo sabes. Una buena dieta es sinónimo de una buena salud. Pero en ocasiones solo las seguimos cuando ya estamos sufriendo algún problema, cuando ya estamos enfermos. Es necesario que mantengas una nutrición variada  y equilibrada en todo momento, rica en frutas, verduras y proteínas magras, y baja en exceso de azúcar, grasas y alcohol. Las frutas cítricas son siempre un excelente ayuda, así que no descuides tu consumo de naranjas, las mandarinas, papayas, uvas, tomates…
2. Duerme lo suficiente
Conseguir un sueño tranquilo y reparador, es imprescindible para mantener fuerte nuestro sistema inmunológico, para permitir que recupere energías y cumpla sus funciones esenciales. El insomnio, las preocupaciones que nos obligan a despertarnos continuamente, son enemigas de su salud.
3. Higiene y limpieza
También lo sabemos, pero en ocasiones se nos puede pasar por alto. Lavarnos las manos antes de comer, antes de manipular comida, después de tocar animales, después de llegar de la calle o del trabajo… E importante también cuidar de la limpieza de nuestros alimentos. Lava bien las verduras que vayas a cocinar, sumérgelas en agua y elimina cualquier resto…. todo ello es imprescindible para proteger nuestro sistema inmunológico.
5. Maneja adecuadamente el estrés
El estrés no es solo una emoción, si se convierte en crónico puede traernos graves problemas. Se acumulan toxinas en nuestro organismo, debilita nuestro sistema inmunológico, enfermamos… Así que tenlo en cuenta. Establece prioridades, aprende a quererte, a encontrar tu tiempo, a hacer cosas por ti.



Sunday, January 11, 2015

EL ROBLE Y EL BAMBU

El Roble y el Bambú



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Cierto día, estaba en el bosque un joven, que golpeaba un árbol, con furia e insistencia. Golpe tras golpe, la ira del joven se desvanecía, hasta que por fin, dejó de golpear al árbol. Un hombre viejo, que observaba la escena, fue adonde él estaba. Se sentó, miró al joven, y le dijo:
-¡Conque eres muy duro! Tienes problemas y los resuelves golpeando un árbol.
... El joven le contestó:
-Sí, así soy, duro y fuerte.
El hombre viejo replicó:
-Prefieres golpear un árbol, descargar toda tu energía en él y abandonar tus problemas sin tratar de resolverlos. Así que eres duro y fuerte.Ven, te voy a decir algo.
El viejo llevó al joven hasta donde estaba un roble, y después lo llevó a donde estaba un bambú.
El viejo le dice:
-Obsérvalos, el roble es grande, duro, y muy fuerte, igual que tú, y el bambú es diferente, pues es muy delgado, y flexible. ¿Sabes? En tiempos de tormenta, cuando los vientos soplan muy fuerte, el único que sobrevive a tal desastre natural es el bambú, ya que el roble es muy duro para soportar la tormenta.
El bambú con su gran flexibilidad soporta toda tormenta, ya que se mueve y dobla en armonía hacia donde los vientos se dirijan. Mientras que el roble es tan, tan duro, tan estático, que en vez de doblarse, se quiebra, trata de resistir o imponerse ante la tormenta, hasta que tarde o temprano, cede. Pasada la tormenta, el único que queda de pie es el bambú delgado y flexible, listo para soportar otra tormenta.
Esta historia sencilla tiene una moraleja clara: en tiempos de dificultad, como las tormentas que debe afrontar el roble o el bambú, sólo el que es flexible, y actúa en armonía con el fluir del viento, permanece. Quienes sean como el roble: duros, rígidos, sin capacidad de moverse, son arrancados de raíz, por los fuertes vientos.Lógicamente, hay circunstancias que demandan una postura firme, sin variaciones, ser como el roble. Pero, toda la dureza del roble, ante los fuertes vientos, no sirve, le es una desventaja. Claro, el roble no puede cambiar, pero uno sí. Hay circunstancias en las que hay que captar la dirección de los "vientos", y amoldarse a ellos. Ser flexible, entender las situaciones, y discernir los tiempos en que las cosas toman un giro. Esa es la lección del roble y el bambú.